Nueva normalidad, entrega sin contacto, distancias de seguridad, etc. La pandemia de COVID19 ha puesto de moda en 2020 términos que, seguramente, no nos abandonarán durante mucho tiempo. Y es precisamente esa «entrega sin contacto» la que he hecho resurgir en Italia una bonita tradición urbanística que llevaba muerta varios siglos: las «ventanas del vino». ¿Te apetece descubrir qué son y para qué se utilizan? ¡Sigue leyendo!
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Una tradición toscana
Si durante el Gran Confinamiento las ventanas se convirtieron en el vehículo perfecto para comunicarnos con el exterior, un ejemplo perfecto ya te lo contamos en este artículo, ahora otro tipo de ventanas muy diferentes han resurgido del olvido en Florencia para conseguir que empleados y clientes de la hostelería puedan seguir disfrutando los unos de los otros con el mínimo contacto. Las llamadas «ventanas del vino» nacieron hace 400 años cuando otra letal enfermedad hacía estragos: la peste negra. Y ahora han vuelto, claro.
El nombre ya no deja lugar a muchas especulaciones: sirven -literalmente- para que te pasen una copa de vino por ella, o bien la consumición que has pedido. El contacto, evidentemente, es mínimo. Casi con toda seguridad, por aquellos tiempos era su particular distancia de seguridad. Fue una ingeniosa manera para no renunciar a una buena copa de vino aunque la situación no fuese precisamente buena.
¿Y qué pasó con ellas?
Pues que la evolución y la competencia se las llevó por delante. Cada ventana del vino tiene su propia historia detrás. Aquí narran algunas de ellas dignas de conocer como, por ejemplo, la de una pequeña ventana situada en la vía Torta de Florencia, que dejó de tener sentido cuando una tienda cercana comenzó a vender vino a granel, algo que permitía a los clientes llevárselo ya embotellado de forma mucho más cómoda. Por aquel entonces, los italianos ya comenzaron a preferir un vino «menos bueno pero más barato». Finalmente, en 1966 una inundación mató por completo la ventana del vino de vía Torta.
Objetivo: recuperarlas
Lo más apasionante es que ahora la asociación cultural ‘Buchette del Vino’ se ha puesto manos a la obra para ir recuperando poco a poco estas ventanas, e incluso quieren identificarlas con una placa para recordar a sus dueños originales. En su página web informan puntualmente de nuevos hallazgos y de las que se van incorporando nuevamente al mapa. Y los nombres no dejan de llegar, algunos de ellos muy relevantes como la ventana de la residencia principal del los Albizi, una familia de gran renombre en tierras florentinas.
No está muy claro qué ventana fue la primera que dio el paso cuando explotó la pandemia de COVID, pero según entendemos de la web de esta asociación uno de los impulsores sería el dueño de ‘Vivoli’, que la emplea para servir tarrinas de helado sin contacto. Lo mismo que comenzó a hacer Babae en la calle Santo Spirito, pero en este caso para que nadie se quedará sin su ración correspondiente de café caliente.